En Barranquitas está la vecinal «Unión, progreso y libertad». Después de haber vivido años de esplendor, hoy sobrevive gracias a un par de vecinos nostálgicos.
La verdad es que hace muy poco que vivo en el barrio de Barranquitas. Apenas dos años no alcanzan para conocer "todo lo que hay que conocer" de un barrio. Pero bueno, de a poco nos vamos familiarizando con los vecinos. Con algunos nos saludamos todos los días, con otros nos miramos de reojo para ver si el otro saluda o no, cosa de no "quedar pagando" si uno saluda primero. Y con otros a veces ni nos miramos. Como cualquier hijo de vecino, ¿no?
Lo cierto es que uno de esos vecinos con los que no sólo me saludo sino que también me hablo –todo un progreso- en estos días me ha contado que la vecinal del barrio se llama "Unión, progreso y libertad". El origen del nombre se remonta a los años ’40, cuando un grupo de vecinos que habían decidido juntarse y formar una asociación vecinal se fusionaron con el club "Unión y progreso". Así dejaron su originario emplazamiento de Iturraspe y La Paz para asentarse definitivamente en su actual domicilio. Así fue que se empezaron a hacer algunas obras en Pasaje Manuel Leiva al 3600.
Antiguamente la calle era conocida como "el callejón de los polacos", por la cantidad de ciudadanos europeos que se habían instalado en el lugar. Aun hoy muchos viejos vecinos del barrio se siguen refiriendo a la calle como "el callejón de los polacos". Este pasaje se caracterizaba por tener muchas personas dedicadas al cultivo de flores. Grandes terrenos se destinaban a tal fin. Hoy no queda ni uno.
Pero volviendo al tema de la vecinal, tendrían que ver lo que es ese lugar. Impresionante. Un gimnasio inmenso, con salones e instalaciones para desarrollar cualquier actividad deportiva que se les ocurra. Pero, ¿qué sucede? Nada, no sucede nada. De todas las actividades que se desarrollaban –Voley, fútbol, básquet, bochas, patín, tenis criollo, karate, etc.- hoy sólo se juega al fútbol 5 y pura y exclusivamente por la voluntad de un par de vecinos nostálgicos que mantienen abierta la vecinal.
Parece mentira que después de haber vividos esos años de grandeza y de casi plena actividad hoy sólo algunos jubilados que recogen todos los meses sus "bolsones" del PAMI -y hacen algún que otro curso de pintura- la gente que va de vez en cuando a jugar algún picadito de fútbol y los chicos de la escuela "Visión de futuro" que van a hacer gimnasia, sean los únicos en disfrutar de esas bellas instalaciones. A veces cuesta creer que todo aquello que soñaron esos viejos vecinalistas se haya caído a pedazos. Hoy los chicos no parecen dimensionar la importancia de los centros barriales de reunión. Hoy la PlayStation, "la compu", los celulares y los videos parecen estar ganándole la batalla al barrio. Está en nosotros que eso no suceda y transformar los clubes y las vecinales de barrio en verdaderas trincheras contra el desamor y el abandono de la amistad.
Lo cierto es que uno de esos vecinos con los que no sólo me saludo sino que también me hablo –todo un progreso- en estos días me ha contado que la vecinal del barrio se llama "Unión, progreso y libertad". El origen del nombre se remonta a los años ’40, cuando un grupo de vecinos que habían decidido juntarse y formar una asociación vecinal se fusionaron con el club "Unión y progreso". Así dejaron su originario emplazamiento de Iturraspe y La Paz para asentarse definitivamente en su actual domicilio. Así fue que se empezaron a hacer algunas obras en Pasaje Manuel Leiva al 3600.
Antiguamente la calle era conocida como "el callejón de los polacos", por la cantidad de ciudadanos europeos que se habían instalado en el lugar. Aun hoy muchos viejos vecinos del barrio se siguen refiriendo a la calle como "el callejón de los polacos". Este pasaje se caracterizaba por tener muchas personas dedicadas al cultivo de flores. Grandes terrenos se destinaban a tal fin. Hoy no queda ni uno.
Pero volviendo al tema de la vecinal, tendrían que ver lo que es ese lugar. Impresionante. Un gimnasio inmenso, con salones e instalaciones para desarrollar cualquier actividad deportiva que se les ocurra. Pero, ¿qué sucede? Nada, no sucede nada. De todas las actividades que se desarrollaban –Voley, fútbol, básquet, bochas, patín, tenis criollo, karate, etc.- hoy sólo se juega al fútbol 5 y pura y exclusivamente por la voluntad de un par de vecinos nostálgicos que mantienen abierta la vecinal.
Parece mentira que después de haber vividos esos años de grandeza y de casi plena actividad hoy sólo algunos jubilados que recogen todos los meses sus "bolsones" del PAMI -y hacen algún que otro curso de pintura- la gente que va de vez en cuando a jugar algún picadito de fútbol y los chicos de la escuela "Visión de futuro" que van a hacer gimnasia, sean los únicos en disfrutar de esas bellas instalaciones. A veces cuesta creer que todo aquello que soñaron esos viejos vecinalistas se haya caído a pedazos. Hoy los chicos no parecen dimensionar la importancia de los centros barriales de reunión. Hoy la PlayStation, "la compu", los celulares y los videos parecen estar ganándole la batalla al barrio. Está en nosotros que eso no suceda y transformar los clubes y las vecinales de barrio en verdaderas trincheras contra el desamor y el abandono de la amistad.