sábado, 17 de marzo de 2007

El día que bailaron las gallinas



A pesar de las distancias, un santafesino no puede olvidar sus vivencias en los barrios de su ciudad. Un relato de circos pobres.

“Hace 52 años, a un terreno cercano a mi casa, una vez llegó un circo, que no recuerdo su nombre, y anunciaba “el gran espectáculo de las gallinas bailarinas”. Mis padres me llevaron a ver la función. Las gallinas bailaban al compás de una música que a medida que la melodía aumentaba ncrementaban su ritmo de baile. Parecía como si supieran de música y bailar al compás. Como yo vivía cerca del circo empecé a ir seguido y me hice muy conocido de la gente que allí trabajaba. Entraba por la parte de atrás y, como todo chico curioso, veía como practicaban sus actos que luego serían reflejados en sus espectáculos sobre la pista. Fue lamentablemente de esta forma como me enteré del secreto de las gallinas bailarinas. Un cuentón de chapa de zinc puesto en posición invertida, adornado con tela alrededor, se asemejaba a un escenario al cual en la parte de abajo le colocaban un calentador a kerosén, lo encendían, llevaban el escenario a la pista, colocaban las gallinas y a medida que aumentaba la temperatura, iban aumentando el ritmo de la música...”

Juan Carlos Allaio es un vecino de la ciudad. Tan santafesino como el Puente Colgante o el sábalo a la parilla. Pero esas cosas de la vida lo hicieron emigrar en busca de mejores horizontes allá a fines de los '60. Así viajó a San Nicolás. Él y cientos de santafesinos más. A poner el hombro y a demostrar las cualidades de la gente de "La ciudad cordial". Es que SOMISA estaba surgiendo como el gran monstruo metalúrgico que fue y necesitaba gente joven, capacitada y con muchas ganas de trabajar.

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